- Área: 920 m²
- Año: 2008
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Fotografías:Enrique Villar Pagola, Juan Carlos Quindós
Descripción enviada por el equipo del proyecto. La iglesia de san Juan Pablo II esta situada en una urbanización residencial, en una parcela con acceso desde una zona ajardinada y desde una calle con escaso tráfico. Se trata de una pequeña iglesia destinada al uso de los vecinos de la urbanización. Planteamos un edificio con una volumetría rotunda, ajustado a los retranqueos de la parcela, con la intención de generar una pieza escultórica que manifieste su carácter de edificio singular.
El volumen total, muy masivo, se va desmaterializando a medida que se recorre, desplegándose en el voladizo que configura el atrio exterior cubierto y la torre campanario. Se ha tratado como un cuerpo sólido al que se le han ido haciendo excavaciones hasta generar el resultado final. Los huecos para entrada de luz se concentran en el zócalo, vinculados a los accesos.
Todo el edificio se resuelve con dos materiales: un zócalo de granito que va adaptándose en altura y un revestimiento de mortero de cal continuo que recubre todos los volúmenes y les confiere su carácter masivo. La solución de remate de los antepechos, sin albardillas de otro material, contribuye a potenciar esa idea de volumen rotundo.
En el interior, el edifico se ha diseñado como una nave única con doble altura que se expande con una nave lateral en la que se encuentra la capilla para el sagrario y las estancias auxiliares. El coro se sitúa “flotando” en medio de la nave, avanzado respecto a la situación tradicional. De esta forma se ha generado una secuencia gradual de acceso al interior que comienza en el espacio público peatonal al aire libre, continua con el atrio exterior cubierto con el voladizo, el atrio interior acristalado, la grieta de luz antes de llegar al “sotocoro”, y el progresivo descubrimiento del retablo y el espacio completo de la nave, inundado por la luz cenital.
El interior también se ha tratado de forma escultórica, potenciando los volúmenes excavados que van empujando el espacio, generando entradas de luz natural en las tres direcciones, vinculados al la orientación del sol a lo largo del día. Se ha buscado que las fuentes de iluminación queden ocultas a la vista. Se establece una cota interior vinculada al zócalo que configura la capilla del sagrario, el fondo del presbiterio, y las dependencias auxiliares unificadas con una celosía de listones de madera.
La nave central se cubre con una secuencia de vigas pretensadas de hormigón que configuran un plano continuo y ocultan las instalaciones. Se genera así un volumen masivo y compacto formado por los cerramientos laterales, las vigas del techo y la plataforma del coro, que se apoya y flota sobre el zócalo continuo. La carpintería interior, los bancos y el mobiliario litúrgico, unificados en madera de iroko, consiguen dar calidez y una escala cercana en la nave central.
El retablo, obra del escultor Javier Martínez, se ha concebido de forma escenográfica, trabajado de forma especifica para la escena representada, con especial atención al tratamiento de la luz, del fondo y de las relaciones espaciales entre las figuras.